El componente más importante de una cámara fotográfica es el objetivo: un sistema óptico compuesto por lentes, que permite mejorar el enfoque. Su incorporación fue un avance esencial, para retratar lo que percibe el hombre con su propia visión.
Las cámaras modernas funcionan con el mismo principio básico de la cámara oscura del siglo XI. Hoy todas las cámaras (digitales o analógicas) se componen de cuatro elementos: el cuerpo, el obturador y el diafragma (que están dentro del cuerpo y funcionan en sincronía para dejar pasar la luz), y el objetivo.
El sistema óptico del objetivo
El objetivo es el alma de la cámara: sistema óptico integrado por lentes, y pueden ser sencillos (únicos) o compuestos (conjunto integrado por dos o más lentes individuales).
Los lentes son alcanzados por los rayos de luz emanados por el exterior y se concentran en el interior de la cámara, haciéndolos converger para formar la imagen retratada. Cada objetivo (que, a su vez, puede ser fijo o intercambiable) tiene una distancia focal y características propias.
El sistema óptico de una cámara fotográfica sirve para transmitir la imagen real de un objeto al plano focal, y para hacerlo existen diferentes tipos de objetivos.
Tipos de objetivos
Los objetivos se dividen en:
- Normales: incorporados en cámaras hogareñas, tienen escasa distorsión y ofrecen naturalidad en la perspectiva.
- Gran angular: ideales para fotografiar un paisaje o cualquier plano de grandes extensiones, brindan mayor profundidad de campo.
- Teleobjetivos: tienen mayor alcance, y permiten acercar el objeto o persona para el encuadre, aunque esté muy lejano.
Para fotografiar objetos muy pequeños se usan lentes de aproximación, que operan como un objetivo macro dentro del objetivo normal.
Los zoom constituyen una categoría especial de teleobjetivos: incorporan diversas distancias focales y sirven para captar ligereza y rapidez. Son los más usados por los profesionales fuera del estudio.
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