Los estímulos luminosos que recibe el ojo pasan luego a los centros cerebrales. Pero esas imágenes no desaparecen de inmediato, sino que persisten por 0,2 segundos en la retina, mientras se borran gradualmente. En ese mecanismo, llamado persistencia retiniana, se basa el cine.
La cámara toma una serie de fotografías sucesivas, en las que cada una capta un instante determinado, y durante la proyección cinematográfica esas imágenes fijas aparecen en el mismo orden de la filmación. Cada una es un fotograma, pero al ser reproducidas hay un brevísimo intervalo de oscuridad entre una y otra, totalmente imperceptible debido a la persistencia retiniana. La sensación de movimiento puede obtenerse con un mínimo de dieciséis cuadros por segundo, ahora se utilizan al menos 24.
Las características de la persistencia retiniana se conocieron y estudiaron mucho antes de la aparición del cine, que surgió después de una larga serie de invenciones y descubrimientos.
El ojo humano percibe como una acción ininterrumpida una sucesión de tomas fijas debido a una particularidad de la visión: las imágenes que recibe la retina se graban allí durante una fracción de segundo.
Los primeros juguetes ópticos
A comienzos del siglo XIX, se inventaron varios instrumentos considerados juguetes ópticos: utilizaban una técnica comparable a la de los dibujos animados, en una serie de ilustraciones cada una reflejaba una etapa distinta del movimiento de un animal o persona. Mediante diferentes mecanismos, se mostraban una a continuación de la otra, en una sucesión tan rápida que el cerebro no tenía tiempo para registrarlas como imágenes separadas. Así, daban la impresión de un movimiento continuo.
Luego, las fotografías reemplazaron a esos dibujos, y cuando la velocidad de las emulsiones utilizadas aumentó, fue posible capturar movimientos reales y no sólo poses fijas. Ya en las últimas décadas del siglo se crearon otros inventos, como el kinetoscopio de Thomas Alva Edison; hasta llegar a la primera proyección en público de los hermanos Lumiére, en 1895, en lo que se considera el inicio del cine.
Mensajes subliminales
De la persistencia retiniana también se valen los mensajes subliminales: diseñados para llegar al individuo a través de la percepción no consciente. Pueden ser también auditivos, pero los visuales son los más eficaces por las particularidades fisiológicas del mecanismo de la visión.
Al investigar qué sucedía cuando se intercalaba un fotograma distinto entre los veinticuatro que forman un segundo de proyección, se comprobó que el espectador -aunque no distingue claramente la imagen- llega a notar algo en la pantalla. No se sabe exactamente cuánto capta el cerebro de esos mensajes, pero parece que los recibe y almacena la información a nivel inconsciente.
La publicidad suele usar esta herramienta, y hay muchas experiencias al respecto. A veces el cine emplea este tipo de estímulos en ciertas películas, para lograr un efecto determinado (como en el film de terror El exorcista, o El club de la pelea); y también se incluye en comunicaciones políticas. Los mensajes subliminales visuales buscan reforzar las emociones, a través del mecanismo de la persistencia retiniana.
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