Las estadísticas a nivel mundial indican que las desigualdades de género se repiten también en el área de la salud visual, cuando se consideran los casos de pérdida de visión. Padecen ese problema más mujeres que hombres: en todas las categorías sobre el deterioro de la vista se repiten los índices.
En total, anualmente en promedio el cincuenta y cinco por ciento de las personas que en el mundo pierden por completo su visión son mujeres y niñas (el cuarenta y cinco por ciento restante, hombres y niños varones).
Tomando diferentes indicadores llaman la atención los siguientes resultados. Las mujeres tienen:
- 8% más de probabilidades de quedarse ciegas.
- 15% más de probabilidades de tener un deterioro de la visión de moderado a severo,
- 12% más de probabilidades de tener un leve deterioro de la visión
- 11% más de propensión a sufrir problemas de visión de cerca.
Los esfuerzos en materia de salud visual, prevención, información, atención y acceso universal a los servicios respectivos, tienen que poner especial énfasis en garantizar la igualdad entre hombres y mujeres
¿Por qué las mujeres tienen más problemas de visión?
Por un lado, la esperanza de vida media de las mujeres es mayor que la de los hombres y muchas afecciones oculares (como cataratas, presbicia, glaucoma y degeneración macular) están asociadas al incremento de la edad.
Las mujeres también corren un mayor riesgo de padecer ciertas afecciones oculares como cataratas y triquiasis tracomatosa, en particular en los países de ingresos bajos y medios. Esto se debe a que en muchos lugares tienen menos acceso a los servicios de salud ocular, por diversos factores socioeconómicos y culturales.
En estos países muchas barreras impiden que todas las personas (sin importar su sexo) tengan acceso a cuidados para la salud visual, pero en general frecuentemente suelen ser más difíciles de vencer para las mujeres.
- Los costos: las mujeres habitualmente tienen menos acceso a los recursos financieros de la familia, para pagar por el cuidado de su visión.
- Incapacidad para viajar: con frecuencia, las mujeres tienen menos opciones de transporte que los hombres para llegar a los servicios de salud ocular. Y las de mayor edad tal vez necesiten asistencia, que las familias con escasos recursos no pueden proporcionar.
- Diferencias en el valor percibido: la disminución de la visión suele considerarse una consecuencia inevitable del envejecimiento, y es menos probable que las mujeres cuenten con el apoyo social de la familia para buscar atención en diversos ámbitos.
- Falta de acceso a la información y recursos: en muchos casos, la alfabetización de las mujeres puede ser menor que la de los hombres, especialmente entre las personas ancianas. Como resultado, ellas tienen menos oportunidades de conocer las posibilidades de tratamiento para las enfermedades oculares, o a dónde acudir para recibirlo.
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